El lunes, 10 de marzo, se presentó en Terrassa un libro, crónica y documentación, de un tiempo y un espacio. Tuve el privilegio de acompañar a Rosa y a Pilar en este evento. Lo hicimos en compañía de gente buena, veterana de muchas luchas sociales, y un alumnado que nos sedujo con su generosa presencia. Una tarde mágica.
Por eso he querido compartir estas notas que había preparado para mi intervención. Una forma de agradecer, también, el título de esta entrada y las notas finales, otro regalo de la protagonista del encuentro.

Domènec Martínez, Pilar López y Rosa Pérez. Terrassa, Abacus, 10 de marzo 2025
“Mª Pilar López Vera, nacida en Jaén y licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Granada. Docente por vocación, he sido profesora de Lengua y Literatura en Jerez de la Frontera. A mi padre le debo el gusto y el placer de la lectura. Y eso siempre lleva a la escritura. Escribir, he escrito algunos poemas y relatos que han quedado en la intimidad de una libreta en un cajón.” Así se presenta en la solapa que abre el texto. He leído en alguna entrevista que lo que le llevó a escribir esta historia fue un folio del archivo militar, y una conversación con una tía y también nieta de su bisabuelo Francisco. “Fue como una sacudida”.
Muchas gracias María Pilar López Vera, por venir a presentar este libro “Francisco Merino, el alcalde de los mantecaos” en nuestra ciudad, conocida en los años 60 y 70 como Terrassa La Roja, y compartir esta historia de tu bisabuelo. Un hilo muy potente nos hermana. El rescate del olvido de muchas personas silenciadas, a las que debemos poner nombres y apellidos. Como muy bien dices en tu libro: El silencio también era un castigo para la familia.
Rosa Pérez Reyes, a quién debo gratitud por haberme invitado a este encuentro, está empeñada en rescatar del olvido a su abuelo José Pérez Morilla, muerto por inanición en la isla de San Simón, en la Ría de Vigo. Estuvo preso en Astorga y posteriormente se convertirá en uno de los 31 granadinos que aparecen en el listado de miles de presos de la isla de San Simón. Convertido en campo de concentración entre 1936 y 1943. Tiene 60 años, es de Guadix y le han condenado por pertenecer a la UGT. “Poco afecto al Movimiento”, decía la sentencia. Murió en esa prisión el 25 de enero de 1942, la causa “astenia grave”. Lo mataron de hambre. En 2005, Rosa pudo depositar un ramo de flores y una sencilla placa en la fosa común del cementerio de Lavadores en Puxeiros (Pontevedra).

La placa que lo recuerda está junto a otra que lleva el nombre de Francisco Merino Valenzuela. Murió el 14 de junio de 1941. Tenía 66 años. Había nacido en Pegalajar (Jaén). Ambas placas, contienen idéntica lectura:
ASESINADO POR EL FRANQUISMO. Verdad, Justicia y Reparación.
El próximo año se cumplen 90 del golpe de Estado (fracasado) de 1936 y el inicio de una guerra de tres años con el apoyo financiero y militar de Hitler y de Mussolini, contra el Gobierno legítimo de la II República. También se cumplen este año 50 desde la muerte del dictador. El tiempo apremia.
Alfonso Martínez Foronda y Pedro Sánchez Rodrigo, periodistas de la memoria, han ordenado algunos de los archivos y expedientes que conservaba de Rosa (y su hermana Dolors) y los han añadido a la larga nómina personas de Granada que fueron cruelmente castigadas con el franquismo. El Independiente de Granada los ha publicado (18 de enero de 2025[i], y 25 de enero[ii]), ahí encontraréis la historia de su abuelo, José Pérez Morilla, y de su padre: José Pérez Marcos, también acusado de pertenecer a la UGT.
El destino de la isla de San Simón, hermanó al granadino José Pérez Morilla, y al jienense Francisco Merino, el bisabuelo de María Pilar López Vera.

Como dice la autora y confirma la fotografía que ilustra la portada: este paraje invita a soñar con paisajes exóticos. Un día radiante del mes de julio, donde se recordaba a quienes habían sufrido o habían muerto en esa isla, “se manifestaba en toda su belleza como un auténtico paraíso”, ha escrito Maria Pilar López Vera. “Un paraíso en el que se mezclan castaños de indias, tilos, robles, acacias, eucaliptos, cedros del Atlas, aligustres chinos y camelias japonesas”
Recordando aquellos años de plomo, frío y niebla, en el que murieron de hambre, miseria, enfermedades, hacinamientos y de pena más de 2.000 hombres. Un auténtico genocidio. Personas de edad avanzada: José, el abuelo de Rosa con 60 años; Francisco, el bisabuelo de María Pilar, con 66.
Permitidme un par de evocaciones muy personales. Yo también tardé 65 años en visitar la tumba de mi abuelo Crotato, que murió en una cárcel de Valladolid el 30 de marzo de 1942, “como consecuencia de un colapso cardiaco”, dice el parte de defunción que junto a una camisa vieja le devolvieron a mi abuela Aurora. Tenía 66 años y era oriundo de Fiñana (Almería). Murió dos días después que Miguel Hernández. Hambre y penuria. Afortunadamente su nombre está inscrito en el Memorial del cementerio del Carmen de Valladolid, con los 2.650 nombres de personas asesinadas en Valladolid y su provincia[iii].
Las cunetas y los fusilamientos de madrugada no bastaban, había que intentar aniquilar a quienes habían defendido la República y su gobierno legítimo. Acusándoles además de “delito de rebelión”, con carácter retroactiva y desde 1934. Había que sembrar el terror y aniquilar cualquier atisbo de cambio.

Aquel intento democrático de construir más escuelas, una enseñanza laica, políticas de igualdad para las mujeres y unos trabajos dignos y acceso a las tierras sin cultivar en el campo, era una afrenta que no podían soportar los poderosos. Por eso se conjuraron contra la II República.
Pilar López Vera nos presenta a su abuela Francisca, la hija del protagonista, “nunca la escuché reír, el silencio la envolvía. Y la pena… y me perdí todas las historias que nunca me contó”. Dice la autora que quiere contar esta historia (dedicada a sus nietos y trastaranietos) “para que lo sepáis porque a mí no me contaron nada cuando yo estaba en el colegio ni en el instituto. Franco murió cuando yo empecé en la Universidad”.
Empieza por las raíces, rescatando esa casa familiar de Pegalajar, de la que nunca le habló su abuela. La casa encalada en blanco, con su higuera, los lebrillos de loza rústica, los mantecaos y las tortas de aceite.
“Mi abuela nunca me habló de su padre, Francisco, y me hubiera gustado tanto. Le decían el Alcalde de los mantecaos porque iba pidiendo lo que buenamente se pudiera dar de casa en casa en Navidad para los que tenían menos”.
Aquí incorporo otra conexión personal. Mi abuelo materno y su familia hubo de salir huyendo de Cañete de las Torres, en la campiña cordobesa, y lindando con Jaén, “dejando la mesa puesta”, como relató mi madre en un cuaderno, huyendo de las tropas fascistas, camino de Almería. Hace pocos años hicimos ese recorrido de Cañete a Andújar, bajo los olivos altivos y centenarios. He dejado constancia de su nombre, María, y el de mi abuela Aurora, también de la Celia, mi suegra, las tres almerienses de la vega del Río Nacimiento, en el recorrido de la memoria de las mujeres silenciadas en la IX Marcha de la Desbandá. Paso a paso y nombre a nombre. Muchas huías para reescribir.
Este es un libro precioso, trata toda la dureza y calvario con ternura y con el verbo ajustado y necesario para no mitigar la desolación. Hay que leerlo y divulgarlo.
“Se quitaban los piojos los unos a los otros o cantaban para espantar el hambre, Y morían de hambre y frío. En las ejecuciones de los presos debían cavar sus propias tumbas y los obligaban a cantar el Cara al Sol. A la crueldad física se unía la crueldad psicológica. El resto de los presos debían estar presentes en el momento de sus muertes. Un régimen de terror. “
De Jaén a Burgos, la prisión es otra catedral que se puede visitar. Y después San Simón. Los mandaban al norte, como a mi abuelo, para que murieran lejos de su casa y de los suyos. Un régimen cruel. Una dictadura fascista.
“Cuando la niebla entra como un látigo, es tan fría que congela.”
“El único apoyo y consuelo que tuvieron fueron As madriñas. As mulleres da Illa. Mujeres de Cesantes, Reboreda, Cedeirao o Ventosela que se iban andando hasta Redondela, arriesgando su vida y seguridad para llevarles algo de comida”. Faustino da Portela, un humilde marinero, tejió esa red solidaria ayudado por sus hijas; Josefa y Carmen, y Teresa y Cándida y Filomena. Maria Pilar las nombra y hay que hacerlo.
Poniendo rostro y nombre a las personas que desafiaron el terror y llevaron pan y humanidad a aquel lugar. “Mujeres llenas de amor y de heroísmo, de grandeza y de coraje”.

El 17 de agosto de 2002 se inauguró un monolito en la playa de Fontes en Vigo. Más tarde se creó la Asociación viguesa por la Memoria Histórica de 1936. En el año 2006 se impiulsó por el Gobierno PSOE-BNG su reconocimiento como Illa de Memoria. Título que le retiró el PP de Feijó cuando llegó a la Xunta en el año 2009.
Todo esto está recogido en el libro. Ya sabéis que lo primero que hace la derecha y extrema derecha es derogar las leyes de memoria y las políticas de igualdad. Tratan de aniquilar la memoria de los valores republicanos.
Dos apuntes finales.
Hago mías las palabras de Reyes Barberó Aranda, una compañera de militancia de la UJCE en Aragón que esta semana pasada participó en la presentación de un libro sobre Testimonios de resistencia, mujeres en el franquismo y la transición, “No podemos dejar estas asignaturas pendientes a nuestros hijos o nuestras hijas o nietos y nietas.” Por eso hemos hecho la exposición Generacions TOP en la Model de Barcelona, hasta el 31 de marzo. Hay que poner nombre y apellidos, entorno y fotografía a cada persona silenciada, maltratada, asesinada por la tiranía. Decir miles de desaparecidos o fusilados es componer una fría estadística. Hablar de Francisco Merino es reivindicar a la buena gente, sus anhelos y deseos, y su guitarra y la rondalla. Tenían su vida y la truncaron. Evocando sus sueños, los de mejorar la vida de sus semejantes en sus pueblos. Es nuestro legado y sirve para combatir el temor y el desaliento. Y para que las semillas germinen.

La Model, y la Exposición sobre Generacions TOP, 11 de marzo. Rosa, Pilar, Domènec y Salva
Domènec Martínez García, Sociólogo
Junta directiva ACPEPF y socio de La Desbandá

Una mole de cemento marrón
rota por hileras de barrotes
de hierro perfectamente alineadas.
Entonces, miedo compartido
y solidaridad entre iguales.
Hoy, recuerdo de la tortilla de patatas de la madre
y un griterío feliz de niños
en el patio de la escuela.
Para Domènec, con cariño (11.03.2025), Pilar.
El Independiente de Granada y las historias de la família Pérez Marcos.
[ii] https://www.elindependientedegranada.es/ciudadania/perez-marcos-familia-accitana-represaliada-franquismo-ii
[iii] El próximo dia 30 se cumplirán 83 años del asesinato (hambre y pena) de mi abuelo Crotato.