Tardé 65 años en visitar la tumba de mi abuelo Crotato

Así titulé en el mes de febrero (que ya se nos antoja lejano!), un texto recopilando algunas historias personales para una publicación de un buen amigo que debería ver la luz en abril. Ahora todo puede esperar. Hoy 30 de marzo, he querido reproducir estos párrafos iniciales. Es el día en que murió mi abuelo Crotato, lo hacía dos días más tarde que Miguel Hernández, ambos en cárceles frnquistas. Hoy se cumplen 78 años. Tenía previsto asistir el 14 de abril a un acto de homenaje en Valladolid que también quedará aplazado. Un monolito recién inaugurado recuerda a las 2.650 personas asesinadas (frente al pelotón o las cárceles). Esta cruel pandemia (COVID-19) está mermando nuestra memoria viva, un zarpazo a nuestro patrimonio colectivo. Pero el peor virus es el de la amnesia colectiva, la desmemoria. Quiero repetirlo: 2.650 personas víctimas de la represión fascista en una ciudad donde no hubo frente de guerra, es una barbarie sin paliativos. Por eso quiero dejar en este modesto Blog el testimonio de mi abuelo Crotato. (Ver PDF, al final de ese texto). Para preservar la memoria común de quienes nos precedieron.

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Era una fría mañana del mes de marzo aunque menos intensa que la del mismo mes del año 1942, cuando murió. Conservo la imagen también fría, aunque esta vez lucía el sol, de la fosa común de las personas republicanas represaliadas en el cementerio del Carmen, donde nunca faltan flores según nos cantaron. La sombra de Consol y la mía se proyectan sobre su tumba, una fosa colectiva. Mi abuelo murió triste y ligero de equipaje, como el poeta. Una vieja camisa le devolvieron a mi abuela Aurora, junto con el certificado de defunción.

Escribiendo estas notas he recibido una comunicación de Francisco (de la Asociación de la Memoria Histórica de Valladolid), indicándome que el domingo 16 de febrero se inaugura el memorial “donde irán grabados los nombres 2.650 de personas asesinadas en Valladolid y su provincia, además de los presos políticos residentes, o vecinos de otras provincias, fallecidos en su prisión”. Más urgencia en dar forma a este relato apresurado para incorporar en este libro generoso de Alberto.

El tiempo biológico también apremia. Así surgió, frente a las viejas Cocheras desdibujadas por los años y la desmemoria, sin ningún signo visible de la tragedia que supuso haber albergado a miles de presos, el arrebato o la necesidad de escribir estas historias, como la de Mi abuelo Crotato. Para que su memoria perdure en el tiempo. Aunque llagamos tarde y mal es conveniente enmendarlo. El olvido constituye una victoria de quienes nos quieren sin memoria, un renuncio que no podemos permitirnos. La memoria es un dique de resistencia frente al fascismo en sus nuevas y variadas formas. Por esta razón destruyen memoriales, insultan la memoria de las Trece rosas, y se oponen a la recuperación de la Memoria histórica. En cada fosa común, en cada trinchera y parapeto de guerra, en cada cárcel, en cada lucha de los segadores de la campiña andaluza y de las mujeres en las fábricas textiles de Cataluña, surgieron y se tejieron miles de historias de fraternidad y solidaridad. Es una parte de la historia de mi familia, también de la Consol, entrelazadas con un hilo muy poderoso que me permite hilvanar algunos retazos de nuestra vida (…) (febrero 2020).

PDF, con el texto del libro, buena lectura. Enlace siguiente

2016-mi-abuelo-crotato-abril

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