La Luna de Beijing (14)

ESTIMAR INTENSAMENTE LA CHINA

Imagen de Beijing (Lontang parc) año 1988

El 12 de febrero del 2021 se inicia el Año Nuevo chino, el año del Buey (Búfalo).

A la memoria de Juan Cornet Planells, que nos brindó las mejores lecciones de cultura y de fraternidad para conocer mejor y amar intensamente la China. (Nos dejó el 7 de diciembre de 2020, ver nota al final).

Juan Cornet, Terrassa (Barcelona), 2008

Este artículo fue publicado en catalán en la revista Nous Horitzons en marzo de 1990. Forma parte de la serie que he rescatado bajo el epígrafe: La Luna de Beijing.

Estimar intensamente la China

Poco antes de las seis de la mañana nos despierta cada día el tráfico de bicicletas en la escalera. Muchos vecinos prefieren subirlas al piso antes de arriesgarse a perderlas. No hay que olvidar que cada año se roban miles de bicicletas en Pekín, y el coste de una de ellas equivale a más del salario de todo un mes.

Duermo más tranquila si la tengo en casa comenta Xiao Lu, la vecina del tercer piso que trabaja como traductora de inglés en una oficina del buró textil.

Nuestra vivienda, un piso de nueva construcción (con agua corriente, gas ciudad, calefacción, cocina y baño) está situada en un lugar cuyo nombre invocaba bellos parajes de antaño: “Edificio de oro de la tumba del buda”, se supone que en ellos se reflejaban los rayos de Sol. La realidad actual poco tiene que ver con esas evocaciones, su nombre también es más sobrio “pequeña zona textil”. El crecimiento y expansión de la ciudad hacia el este con miles de pisos de color gris, incipientes zonas ajardinadas, árboles recién plantados y la presencia creciente de puestos de frutas y verduras en la calle (productos transportados por campesinos desde los entornos de Pekín) parece no detenerse nunca, es un signo más de la fiebre constructora que vive la ciudad.

Cuando Rut pone en movimiento su ruidosa bicicleta, las viejecitas que realizan sus ejercicios de taichí en los espacios comunes apenas se inmutan. Un poco más allá otro grupo de personas, hombres y mujeres, ensayan modernos pasos de baile, valses y tangos…, y otros ritmos inimaginables para un occidental a primeras horas de la mañana. Así es la gente de China.

La marea humana que se mueve a golpe de pedal cada mañana inunda las grandes avenidas. Son cinco millones de ciclistas que se dirigen a sus centros de estudio y de trabajo. Otros lo harán apretados en vagones de metro y autobuses. Algunos trabajadores y cuadros directivos más afortunados van en coches y furgonetas corporativas de empresas y entidades.

El centro de Pekín, como cualquier otra ciudad moderna, sufre en las horas punta los inconvenientes derivados de la densidad del tránsito: altos niveles de contaminación, ruidos y atascos en las arterias principales. Son los signos externos de la llamada modernización. La número 55, la escuela china de enseñanza media donde también pueden asistir alumnos extranjeros, queda a media hora de casa en bicicleta. En esta escuela pública, Rut, nuestra hija mayor, ha aprendido de los profesores chinos a simplificar las ecuaciones y ha hecho amigas y amigos de los distintos continentes. La jornada empieza temprano, a las 7 de la mañana, un poco más tarde para los alumnos extranjeros.

Víctor, nuestro hijo menor, es alumno de la escuela Fangcaodi, que significa “Hierba perfumada”. Esta escuela es pionera en la enseñanza del idioma chino para niños extranjeros. Una alumna coreana y Víctor ocuparon este año el primer y el segundo lugar en un concurso que organiza el Diario de Beijing para recitar cuentos en el idioma mandarín. Víctor también ha aprendido las tablas de multiplicar en chino y a realizar las divisiones por un método que le resulta más fácil que el utilizado en España.

La primavera, ya avanzada, ha cambiado la fisonomía monocolor de la ciudad. Multitud de flores han poblado los parques y miles y miles de familias se aprestan a sacar instantáneas y fotografiarse en grupo con sus cámaras automáticas nuevas. Posar junto a las peonías es un ritual que se repite cada año. Millones de películas (carretes) de marca japonesa y americana se consumen durante estas fechas.

Pero no es éste el único cambio visible. Las mujeres jóvenes y las de mediana edad han dejado los pantalones cuyo uso es obligado durante el crudo invierno, y visten faldillas de ancho vuelo y atrevidas minifaldas de inspiración occidental para ir en bicicleta. Los hombres con sus radiantes maletas de ejecutivo ––todo un signo de distinciónhan incorporado la corbata a su nueva indumentaria. Una pieza que incluso ha pasado a formar parte del uniforme del Ejército. La velocidad de los cambios en la manera de vestir en tan solo dos años es muy evidente.

En el trayecto cotidiano hacia la fábrica casi una hora en coche en las horas punta, se notan cada día signos nuevos de transformación en el paisaje urbano. Nuevos negocios privados que abren sus puertas: pequeños restaurantes familiares, peluquerías, tiendas especializadas en microordenadores personales, tiendas de moda. Nuevos edificios comerciales japoneses y altas construcciones que desplazan las viejas y pequeñas casas de una sola planta, carentes de los servicios más elementales. La apertura de nuevas avenidas en las que se proyectan hasta el cielo los nuevos hoteles de lujo de Pekín, entre los que destaca el luciente “Palace Hotel” (donde el salario del mes de un chino apenas alcanzaría para pagar un almuerzo occidental), situado muy cerca del modesto teatro de la Ópera de Beijing, junto a la calle Wangfujing, conocida por ser la más comercial de la ciudad.

Por sus grandes almacenes, tiendas de moda, artesanía, electrodomésticos, restaurantes, desfilan diariamente centenares de miles de personas. Constituye un gran escaparate donde se puede encontrar lo más nuevo en cámaras fotográficas, videos, televisores, frigoríficos, etc. Donde la gente joven puede aspirar a comprarse unas zapatillas deportivas como las que han visto en las series televisivas norteamericanas, o adquirir piezas de lencería de seda fabricadas por una empresa mixta. A lo largo de los tres últimos años Pekín tiene más de 10 empresas con inversión extranjera (joint-venture) de diferentes países que producen prendas de vestir y artículos de moda para el consumo interior.

Cerca también de Wangfujing se encuentra la Galería de Arte, donde por vez primera en la historia reciente de China, diferentes artistas plásticos acaban de presentar (con autorización del Gobierno) una amplia colección de desnudos que ha conmocionado a los pequineses. Colas de más de 10.000 personas han pugnado durante un mes por adquirir una entrada, y han originado una de las polémicas más vivas y atrevidas de los últimos tiempos. Un funcionario jubilado de la galería afirmaba: “En los últimos 40 años nunca una exposición de pintura había conseguido una presencia de público tan masiva”.

“La ciudad de los Hibiscos”, “Sorgo Rojo”, “El pozo”, son algunas de las películas del nuevo cine chino que hoy se pueden ver en las pantallas de Pekín y que han impresionado en los certámenes internacionales por su calidad y por abordar temas comprometidos con su historia más próxima.

Reuniones de intelectuales, artistas, escritores, pintores…, personas conocidas del mundo del cine, del teatro y de la música, plantean sim ambigüedades, un marco de mayor libertad para la creación artística.

Por la megafonía de la fábrica, Liu, jefe de personal, informa de las actividades programadas con motivo de las fiestas del Primero de Mayo.

 –¿Quieren entradas para ver una película americana muy buena? nos ofrece la señora Wang, responsable del sindicato.

Después averiguaremos que se trata de una de las versiones de “Superman” dobladas al chino.

La Liga de la Juventud Comunista ha organizado una fiesta con baile incluido. Llevan algunas semanas realizando un cursillo para enseñar a bailar “agarrado” y también otros ritmos de moda.

Dao, Wang li, Cai y Shu aprovecharan las fiestas para casarse. Después de haber pasado por el registro civil celebraran un banquete con familiares y amigos. Se han confeccionado su vestido rojo (el color de la felicidad, tradicional en las novias) con diseños de última moda: falda corta estrecha y chaqueta torera. Pero en las fotografías oficiales posarán con vestido blanco de cola que alquilarán en casa del fotógrafo. Los novios vestirán un impecable traje de corte occidental. Centenares de petardos estallarán en la puerta de la nueva casa para espantar a los malos espíritus, como manda la tradición.

Zhu Sang, una mujer de alta eficacia en su trabajo, se despide de Consol. Después del casamiento irá a Hangzhou (la ciudad donde pasan la luna de miel los recién casados), aprovechando los diez días de vacaciones que le corresponden. Semanas después, su marido irá a Japón para realizar estudios de postgrado durante un año. El cambio más importante en su nueva vida de casada será la de disponer de una habitación para ella y su marido. Hasta ahora y durante 29 años ha compartido la misma habitación junto a su hermana pequeña y sus padres. Ha esperado mucho tiempo para disponer de una vivienda nueva, pero no le importa. La lista de espera para los aspirantes a un piso con agua corriente, baño y cocina, es muy larga.

Li Cong, jefe de taller de producción, me enseña las cintas de video que ha adquirido o intercambiado para no aburrirse durante las fiestas.

¿Ha visto esta película? –me pregunta sonriente.

¡Horror! exclamo, es Rambo, el nuevo héroe que gusta en China.

Todo lo extranjero es sinónimo de bueno para la gente joven ávida de nuevas emociones.

Li, vive en un piso reducido, poco más de 10 metros cuadrados, junto a su esposa y su hijo de 13 años. Pero tiene video y televisor en color.

Zhang, Dai y Hu, nuestros amigos que trabajan como diseñadores y modelos viajarán próximamente hasta Hong Kong para participar en un desfile de prendas de moda de diseñadores chinos. Su mayor aspiración es poder viajar a España algún día aunque saben que todavía es un sueño lejano.

Desfile presidido por Wu Weny-ing, ministra de la Industria Textil y Eugenio Bregolat, embajador de España en China, 1987

Al viejo Zhang, jubilado especialista en sistemas de confección y contratado como maestro instructor por nuestra compañía, le preocupa la prisa de los más jóvenes por casarse. Tiene motivos para estarlo. Su hijo, que trabaja desde hace un año como ingeniero en una fábrica estatal de fertilizantes con un sueldo de 170 yuanes (un yuan: 35 pesetas), tiene 28 años y quiere casarse. Pero quieren tenerlo todo. La novia quiere disponer de frigorífico, lavadora y televisor en color, como mínimo. Toda una fortuna para un país donde los salarios en la ciudad oscilan entre los 150/300 yuanes al mes. Como muy bien sabe el viejo Zhang, el consumismo y el endeudamiento por encima de las posibilidades razonables provocan muchas tensiones familiares.

Aunque es muy cierto que los chinos hacen verdaderos milagros en la administración de sus recursos. Chen Lu Bin, nuestra intérprete y amiga entrañable nos hace una radiografía de la microeconomía doméstica. Vive con su marido y tiene una hija de 12 años.

–Nosotros dividimos los ingresos de mi marido y míos en tres partes: una parte se destina a la alimentación, otra para comprar ropa, y hay que tener en cuenta que muchas prendas nos las confeccionamos nosotros, y la tercera para bienes de la casa: electrodomésticos, para viajar y para regalos de nuestros familiares y amigos. Hay que tener en cuenta que el precio del alquiler del piso donde residen ahora es de 3 yuanes mensuales. Un 1% del sueldo de su marido.

Pero la inflación desatada con la reforma de los precios ha reducido en las ciudades el poder adquisitivo de los salarios. Rut, encargada de comprar las verduras en los mercados del barrio, bien lo sabe. Se queja de que la fruta cada día está más cara. Para muchos chinos resulta prohibitivo comprar fruta y tomates cada día.

La especulación y otras prácticas corruptas han acentuado las dificultades de las economías domésticas. Los más castigados por la nueva situación económica son los asalariados del mundo de la cultura. Los catedráticos, profesores, médicos, artistas…, se quejan de que sus sueldos están estancados, una afrenta –consideran ellos– ante las nuevas posibilidades de los trabajadores manuales e industriales de muchas empresas que empiezan a aplicar incentivos económicos por objetivos. Situación de desventaja que aún se acentúa más en aquellos sectores privilegiados con la reforma económica: los taxistas, que han encontrado una verdadera mina con los turistas extranjeros, y los promotores de pequeños y medianos negocios privados que pueden llegar a obtener unos ingresos muy superiores.

La reforma económica que ha conseguido una aceleración sin precedentes en la producción agrícola e industrial, ha generado también ciudadanos con diferentes niveles de ingresos. De tal forma que hay estudiantes que prefieren abandonar prematuramente sus estudios y montar su propio negocio, la venta de cualquier cosa, convencidos de que conseguirán más dinero que ejerciendo como graduados. Los hay que se dedican a probar fortuna con el cambio en el mercado negro, una buena cantidad de jóvenes desocupados pueden obtener fácilmente unos ingresos superiores a las de un cirujano o un investigador espacial.

Hacer de chófer en una empresa es también un privilegio y una fuente extra de ingresos. El poder de sugestión del coche genera servilismos y favores de difícil comprensión para la mentalidad occidental.

Pero todavía hay una élite de ciudadanos que mueven más grandes cantidades de dinero. Son las personas que trabajan en las corporaciones que comercian o se relacionan con el exterior, los que viajan al extranjero y disponen de asignaciones especiales para vestuario y otras necesidades de imagen. Son las que tienen posibilidades de tener divisa que facilita el acceso a las tiendas de productos de exportación vetadas al resto de ciudadanos.

Son las seis de la tarde. Esperamos a unos amigos en la puerta de la “Tienda de la amistad” (tienda franca para extranjeros y chinos autorizados). Una pareja de jóvenes con ropas de estilo europeo se nos acercan y nos piden que les facilitemos el acceso al almacén. Los chinos únicamente pueden hacerlo si disponen de un permiso especial o acompañan a los extranjeros. Una vez en el interior, nos agradecen el gesto y se interesan por los nuevos productos de plástico que hacen furor en Pekín. Situaciones parecidas se reproducen cada día.

Durante el Primero de Mayo de 1988 la novedad más destacada ha sido la desaparición de las fotografías de Marx, Engels, Lenin y Stalin que hasta ahora flanqueaban la plaza de Tiananmen en todas las conmemoraciones importantes. Por primera vez en cuarenta años solo se exhibe la imagen del doctor Sun-Yatsen, que proclamó la República tras el último emperador, junto al retrato permanente del fundador de la República Popular China en 1949, Mao Zedong.

Cao, el chófer de la fábrica, nos pone al corriente de otras novedades. Ha cenado junto a su esposa en el nuevo restaurante de la cadena Kentucky, el rey del pollo frito (ya es el tercero), que se acaba de inaugurar en Pekín. Una consumición cuesta 10 yuanes, pero nos explica que tuvieron que esperar un buen rato para entrar y encontrar mesa.

Ahora son las cinco de la tarde. La furgoneta que nos lleva de regreso a casa desde la fábrica avanza lentamente detrás de un grupo de estudiantes que después de atravesar toda la ciudad en manifestación silenciosa regresan a sus recintos universitarios. La gente, cohibida los primeros días, sale ahora a la calle para aplaudir a los manifestantes.

Al llegar a nuestro bloque de pisos, Zhou Li Li (Li Li, significa dos veces bonita), que tiene un hijo pequeño al que únicamente ve los fines de semana, ya que está con los abuelos de lunes a sábado, como muchos matrimonios que trabajan y tienen niños pequeños, nos recuerda que hoy se inicia la serie televisiva “Falcon Crest” procedente de “Meigwuo” (país bello), tal como se traduce en chino Estados Unidos. También ella se ha emocionado contemplando las series anteriores “La casa de la pradera” y “Nuestra casa”, historias de familias numerosas que gozan de gran audiencia en la televisión pública china, mientras el Gobierno insiste en mantener la política de un solo hijo para contener la expansión demográfica que ya alcanza los 1.100 millones de habitantes.

–Ustedes sí que son afortunados –nos comenta a menudo nuestra vecina.

Pero en las calurosas noches de verano, la “movida de Pekín” –estudiantes, artistas, jóvenes que se relacionan con los extranjeros, los nuevos rockeros y personal de las embajadas, estudiantes y profesionales extranjeros residentes– prefieren citarse en el magnífico Ritan Parck “Parque del Sol” donde cada sábado los grupos más incipientes del rock chino se citan para hacer vibrar las milenarias piedras del parque. A Rut y Víctor les encantan estas fiestas de sabor universal que se prolonga hasta más allá de las primeras horas de la mañana. También en Pekín parece que los tiempos están cambiando. Aunque nunca se sabe en qué dirección, afirman algunos.

Cuando llega Gorbatxov, las calles están engalanadas de banderas rojas y banderines de colores. Tiannanmen continua ocupada por centenares de miles de estudiantes que denuncian la corrupción de altos dirigentes del Partido y del Gobierno y piden la democratización de las reformas.

–¿Cómo es posible –comenta un periodista de “Beijing Wambao”, diario de la tarde de Beijing–, pedir austeridad desde el Gobierno cuando el 90 % de los miembros de la Asamblea Popular Nacional dispone de coches de lujo de importación?

Gorbatxov, que llega para recomponer una ruptura entre soviéticos y chinos que ha durado más de 30 años, es recibido con pancartas que elogian las reformas en la Unión Soviética.

Las furgonetas de la fábrica hace días que apenas salen a la calle a repartir las piezas de ropa a las tiendas y almacenes. El centro de la ciudad está bloqueado por los manifestantes.

Los estudiantes viven días de euforia. Centenares de periodistas chinos piden libertad de expresión y el cese de la censura informativa. Grupos de trabajadores se van añadiendo a la protesta. Cada vez que atravesamos a pie o en bicicleta la larga “Avenida de la Paz Celestial”, Consol, evoca situaciones personales no muy lejanas.

–En el fondo, esta gente, joven en su mayoría, reclama los mismos derechos por los que nosotros estuvimos luchando en España, no hace tantos años.

El poder de la información ha convertido a nuestro mundo en un espacio más asequible y más permeable. Los chinos que se deslumbran con “Falcon Crest” y que tienen acceso a las emisiones de la BBC o de la prensa extranjera, conocen también que hay elecciones libres en Estados Unidos o en Francia. También saben que en España ha habido un 14-D, una huelga general contra las medidas de un gobierno socialista, que la música rock llena los estadios en las principales ciudades y reivindica el respeto a los derechos humanos en el mundo. Ahora les llega la buena nueva de que en los países del Este soplan vientos de libertad.

En el fondo, afirma Consol, los estudiantes chinos, igual que sus colegas de Hungría y Polonia, que visten tejanos, fuman cigarrillos americanos y calzan zapatillas deportivas, creen que la libertad y la democracia son aspiraciones legítimas también para sus países, porque son demandas de valor universal.

Cuando centenares de vehículos militares llegan a las puertas de Pekín, una mezcla de ansiedad, desconcierto y desconfianza se apodera del sentir de muchas gentes de todas las edades. Grupos de hombres y mujeres que como es natural en los días calurosos, ocupan las zonas ajardinadas de las grandes avenidas y de los bloques de pisos que tanto nos recuerdan los de la “Obra Sindical del Hogar” de los barrios periféricos de Barcelona.

Nunca se han visto tantas tropas entrando en la ciudad. Incluso en los meses precedentes a la proclamación de la República Popular China, ni una sola bala se disparó en Pekín. Una mujer mayor sentada frente a un camión militar pide a los soldados del Ejército Popular de Liberación que no avancen hasta la plaza de Tiannanmen.

–Aquellos niños (estudiantes) acampados se encuentran muy débiles, ¿cómo van ustedes a reprimirlos?

Un funcionario jubilado recuerda como habían recibido y dado la bienvenida a las tropas del EPL hace 40 años al entrar en la ciudad, añadiendo:

 –Ahora ustedes, soldados del EPL, no son bienvenidos.

Li Peng repite su discurso amenazador, Zhao Ziyang intenta establecer puntos de diálogo y negociación con los estudiantes. Deng Xiaoping y Yang Shangkun ya han tomado las decisiones. La plaza será barrida a sangre y fuego en la madrugada del 4 de junio.

Cuando el 13 de junio, último día de estancia en China, atravesamos en taxi la plaza de Tiannanmen, el taxista del hotel Beijing nos advierte e implora:

–Por favor, no se les ocurra hacer fotografías, ¡disparan!

Advertencia innecesaria, el paisaje es desolador.

La imagen habitual de Tiannanmen (decenas de cometas exhibiéndose en el cielo conducidas por gente mayor y niños, las parejas de novios posando antes los fotógrafos en las puertas de la “Ciudad Prohibida”, los círculos de curiosos rodeando a los jugadores de las damas chinas, y la humanidad sin rumbo fijo que deambula en su inmensidad) ha sido secuestrada. Vallas, rejas y alambres de espino impiden el acceso a pie o en bicicleta. Únicamente se autoriza el tránsito veloz de los automóviles. Decenas de tanques en batería y centenares de camiones militares acampados componen un escenario irreal. 

En la televisión se repiten las imágenes de Deng Xiaoping y Li Peng felicitando a los jefes militares que han dirigido la matanza y la represión.

La despedida de Pekín tiene un clásico sabor chino: agridulce. Los camiones militares se dejan ver por la ciudad llenos de soldados que empuñan fusiles y pistolas. Nuestros colegas y compañeros de trabajo en la fábrica apenas pueden disimular sus sentimientos y esbozar una sonrisa de despedida.

Víctor y Rut no pueden hacerlo de sus compañeros de clase chinos y extranjeros. La mayoría de estos últimos ya han marchado. Las escuelas permanecen cerradas. Víctor ha regalado su bicicleta a su amigo Sun, que vive cerca de casa.

Lu Bin se desvive por ayudarnos a resolver las últimas cosas, sufre por esta despedida, pero no pierde en ningún momento su sonrisa permanente ni su coraje habitual. Conocerle, conocer a sus gentes, ha significado también aprender a estimar intensamente la China.

Domènec Martínez, residente en Pekín desde 1987 a 1989, junto a Consol, Rut y Víctor.

** Juan Cornet Planells, fue jesuita, doctor en Teología, militante de Comisiones Obreras y profesor de enseñanza media. Formó parte del grupo de Cristianos por el Socialismo (años 70), entre los que se encontraban Alfonso Carlos y  Juan N. García-Nieto. Llegó a China en 1981, ejerciendo durante tres años como profesor de español en la Universidad de Pekín (1981 hasta 1984). Se casó con Naiwang Chen y tuvieron dos hijas: Amapola y Paloma. Se convirtió en empresario y creó su propia empresa: Hispa-China, SA. Consideraba la vida “como una incesante profundización de la experiencia humana”.

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15 de junio de 1989. Regreso a casa https://nascutel49.com/2019/06/14/la-luna-de-beijing-13/

Beijing, ciudad prohibida https://nascutel49.com/2019/06/08/la-luna-de-beijing-12/

Xinjiang. En la Ruta de la Seda https://nascutel49.com/2019/06/03/la-luna-de-beijing-11/


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